Los primeros años de vida constituyen un período de desarrollo cerebral de una intensidad inigualable. Entre el nacimiento y los tres años, el cerebro de su hijo se construye a una velocidad vertiginosa, formando conexiones neuronales que sentarán las bases de todas sus capacidades futuras. En este contexto, la cuestión de las pantallas adquiere una importancia particular. ¿Por qué los expertos recomiendan evitar las pantallas antes de los tres años? Y sobre todo, ¿cómo lograrlo en un mundo donde son omnipresentes? Exploremos juntos estas preguntas esenciales para el bienestar de sus pequeños.
El cerebro del niño pequeño: una construcción en curso
Un desarrollo neuronal extraordinario
Al nacer, el cerebro de un bebé contiene aproximadamente 100 mil millones de neuronas, pero las conexiones entre estas neuronas, llamadas sinapsis, aún están en gran parte por construir. Durante los primeros tres años, estas conexiones se multiplican a un ritmo frenético, alcanzando un pico de aproximadamente 1000 billones de sinapsis hacia los tres años, es decir, el doble de lo que tendrá el cerebro adulto.
Esta proliferación sináptica va acompañada de un proceso igualmente importante: la poda. El cerebro refuerza las conexiones que se utilizan regularmente y elimina aquellas que no lo son, según el principio "úsalo o piérdelo". Las experiencias vividas por el niño durante este período determinan, por lo tanto, literalmente la arquitectura de su cerebro.
Las necesidades fundamentales para un buen desarrollo
Para desarrollarse de manera óptima, el joven cerebro necesita experiencias ricas y variadas en el mundo real. Las interacciones con las personas que cuidan de él, la exploración sensorial del entorno, la manipulación de objetos, el movimiento y el juego libre son los ingredientes esenciales de este desarrollo.
El lenguaje se adquiere a través de los intercambios con adultos atentos que hablan al bebé, responden a sus vocalizaciones y ajustan su comunicación a sus capacidades. La motricidad se desarrolla a través de la exploración física, los intentos, las caídas y los reinicios. Las capacidades socio-emocionales se construyen en la mirada compartida, las sonrisas intercambiadas, los momentos de consuelo y juego.
¿Por qué se desaconsejan las pantallas antes de los 3 años?
La inadaptación al estadio de desarrollo
Las pantallas presentan características que las hacen particularmente inadecuadas para el estadio de desarrollo de los más pequeños. El cerebro del niño pequeño aprende en tres dimensiones, a través de todos sus sentidos y mediante la acción. Una pantalla solo ofrece una imagen plana, principalmente visual y auditiva, sin posibilidad de interacción física real.
Un bebé que mira una pelota rebotar en una pantalla no vive en absoluto la misma experiencia que aquel que hace rodar una verdadera pelota, la persigue, la agarra, la suelta y observa sus rebotes. En el primer caso, recibe pasivamente información visual. En el segundo, involucra su cuerpo, descubre las propiedades físicas de los objetos, desarrolla su coordinación y experimenta las relaciones de causa y efecto.
El déficit de transferencia de video
Las investigaciones han puesto de manifiesto un fenómeno llamado "déficit de transferencia de video": los niños pequeños aprenden mucho menos bien a partir de pantallas que a partir de interacciones en persona. Experimentos han demostrado que los pequeños que ven a una persona esconder un objeto en una pantalla de video no logran luego encontrar ese objeto en la realidad, mientras que sí lo logran si han observado la misma acción en vivo.
Este déficit se explica por varios factores. La pantalla no proporciona las pistas de profundidad y perspectiva que el cerebro utiliza para comprender el espacio. La interacción a través de la pantalla no es contingente: la pantalla no responde a las acciones del niño como lo haría un compañero humano. El contexto difiere entre lo que se ve en la pantalla y el entorno real donde el niño debe aplicar lo que ha aprendido.
El impacto en el desarrollo del lenguaje
El lenguaje es uno de los ámbitos donde la exposición temprana a las pantallas parece tener los efectos más preocupantes. Varios estudios han establecido una correlación entre el tiempo de pantalla antes de los tres años y retrasos en la adquisición del lenguaje.
Para desarrollar el lenguaje, los pequeños necesitan interacciones personalizadas con adultos que les hablen, que respondan a sus intentos de comunicación, que ajusten su discurso a su nivel de comprensión. Una pantalla, incluso si transmite contenidos llamados "educativos", no puede ofrecer esta interacción adaptativa. Habla al niño pero no con el niño.
El tiempo pasado frente a las pantallas es también tiempo que no se pasa en interacción verbal con los padres y seres queridos, reduciendo así las oportunidades de aprendizaje lingüístico.
Los efectos sobre la atención y la autorregulación
La exposición temprana a las pantallas podría también afectar el desarrollo de las capacidades atencionales y de autorregulación. Los contenidos en pantalla, especialmente aquellos destinados a los niños pequeños, a menudo se caracterizan por un ritmo rápido, cambios de escena frecuentes y una estimulación sensorial intensa.
Estas características captan eficazmente la atención del niño pequeño, pero también pueden acostumbrarlo a un nivel de estimulación artificial. Ante actividades del mundo real, menos intensas y menos cambiantes, el niño puede tener dificultades para mantener su atención. Algunos estudios sugieren un vínculo entre la exposición temprana a las pantallas y dificultades atencionales posteriores, aunque este vínculo aún está siendo objeto de investigación.
El tiempo de pantalla reemplaza experiencias esenciales
Más allá de los efectos directos potenciales, el tiempo pasado frente a las pantallas es tiempo que no se dedica a actividades esenciales para el desarrollo. Esto se llama el costo de oportunidad.
Un niño pequeño necesita moverse, explorar, manipular objetos, interactuar con sus seres queridos, jugar libremente. Cada minuto que pasa inmóvil frente a una pantalla es un minuto restado a estas experiencias irremplazables. En un día de un niño que ya incluye mucho tiempo de sueño, comidas y cuidados, el tiempo restante para las actividades de vigilia es valioso y debería ser preservado.
Las recomendaciones oficiales
Lo que dicen las autoridades de salud
Las principales autoridades de salud son convergentes en sus recomendaciones sobre las pantallas antes de los tres años. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda cero tiempo de pantalla para los niños menores de 2 años y un máximo de una hora para los de 2 a 4 años, siendo menos preferible. La Academia Americana de Pediatría sostiene una posición similar, haciendo excepción solo para las videollamadas con seres queridos.
En Francia, el Alto Consejo de Salud Pública recomienda no exponer a los niños menores de 3 años a las pantallas y limitar estrictamente la exposición hasta los 6 años. Estas recomendaciones se basan en el análisis de los datos científicos disponibles y en el principio de precaución ante una tecnología cuyos efectos a largo plazo aún no se conocen completamente.
La excepción de las videollamadas
Una matización importante se refiere a las videollamadas con seres queridos (abuelos, familia lejana). Estos usos generalmente están exentos de las recomendaciones restrictivas ya que presentan características diferentes al consumo pasivo de contenidos.
Una videollamada implica una interacción real con una persona conocida y querida. La comunicación es bidireccional y contingente: el ser querido reacciona a las acciones y palabras del niño. La experiencia se asemeja más a una interacción en persona que al consumo de un contenido de video.
Sin embargo, incluso estos usos se benefician de ser enmarcados y limitados en el tiempo. No pueden reemplazar las interacciones en persona y no deben convertirse en un medio para "mantener" al niño ocupado.
Cómo evitar las pantallas en el día a día
Crear un entorno sin tentaciones
La primera estrategia para evitar las pantallas es organizar el entorno de manera que se reduzca la tentación. Idealmente, los espacios donde se encuentra el niño pequeño no deben contener una televisión encendida permanentemente, tabletas al alcance de la mano o teléfonos tirados sobre la mesa de centro.
Esta recomendación también se aplica a las pantallas de los padres. Un bebé o un niño pequeño en un entorno donde los adultos están constantemente en sus pantallas será naturalmente atraído por estos objetos luminosos y fascinantes. Reducir su propio uso de pantalla en presencia de su hijo facilita enormemente el objetivo de evitar exponerlo a ello.
Proponer alternativas ricas
Un niño pequeño privado de pantallas no es un niño pequeño privado de estimulación. Al contrario, las alternativas a las pantallas son a menudo mucho más ricas y adecuadas para su desarrollo. Los juguetes simples que permiten la manipulación (cubos, pelotas, objetos para apilar), los libros de cartón para hojear juntos, las actividades sensoriales (plastilina, juegos de agua, exploración de texturas), la música y las canciones infantiles, el juego libre en un entorno seguro: las posibilidades son infinitas.
La interacción con los adultos sigue siendo la estimulación más valiosa. Hablar con su bebé, contarle lo que está haciendo, cantar juntos, jugar al escondite, leerle historias: estos momentos alimentan su desarrollo mucho más eficazmente que cualquier contenido en pantalla.
Manejar los momentos difíciles de otra manera
Una de las principales trampas que lleva a exponer a los niños pequeños a las pantallas es la búsqueda de una solución rápida en momentos difíciles: la comida en un restaurante, la sala de espera del médico, el trayecto en coche, el momento en que el padre debe trabajar o hacer una tarea del hogar.
Es cierto que la pantalla calma instantáneamente y de manera efectiva. Pero existen otras estrategias, aunque requieren un poco más de preparación. Una bolsa que contenga algunos juguetes, libros y objetos interesantes puede distraer al niño en la mayoría de las situaciones. Las canciones infantiles y los juegos de dedos no requieren ningún material. Involucrar al niño en lo que usted hace (darle una cuchara de madera mientras cocina, dejarlo "ayudar" con la limpieza con una escoba pequeña) lo mantiene ocupado mientras desarrolla sus habilidades.
Para profundizar en estas estrategias y encontrar soluciones adaptadas a su situación, DYNSEO propone una formación en línea « Sensibilizar sobre las pantallas: comprender, actuar, acompañar ». Esta formación ayuda a los padres a comprender los desafíos específicos de cada grupo de edad y a implementar alternativas efectivas a las pantallas.
Comunicar con el entorno
Proteger a su niño pequeño de las pantallas implica comunicar sus elecciones a todas las personas que se ocupan de él: el cónyuge, por supuesto, pero también los abuelos, la niñera, la guardería, los amigos que lo reciben.
Esta comunicación puede ser a veces delicada, especialmente con generaciones que han criado a sus hijos con la televisión sin ver ningún problema. Explique las razones de su elección sin dar lecciones, comparta recursos (artículos, recomendaciones oficiales) y proponga alternativas que el entorno pueda utilizar con el niño.
Aceptar la imperfección
En un mundo saturado de pantallas, el objetivo de cero exposición para un pequeño es ambicioso. Las exposiciones ocasionales (pantalla en la sala de espera, televisión encendida en casa de amigos) son prácticamente inevitables. Lo que importa es mantener el rumbo general y no banalizar el uso.
No se sienta excesivamente culpable si su hijo ha visto unos minutos de pantalla. Lo problemático es la exposición regular, prolongada y no acompañada, no el incidente aislado. Lo importante es que las pantallas no se conviertan en un hábito, un recurso automático o un elemento central en la vida cotidiana de su pequeño.
Preguntas frecuentes de los padres
¿Mi bebé está fascinado por la televisión, no es un signo de que le gusta?
La fascinación de los pequeños por las pantallas es muy real, pero no significa que esta exposición les sea beneficiosa. Los bebés están biológicamente programados para sentirse atraídos por los estímulos luminosos, coloridos y cambiantes. La pantalla activa un reflejo de orientación que capta automáticamente la atención.
Esta captura atencional no indica un interés profundo o un aprendizaje. Es más comparable a la fascinación de un niño por una llama o un objeto brillante. No porque algo atraiga irresistiblemente la mirada significa que sea bueno estar expuesto a ello.
¿Las aplicaciones llamadas "educativas" son aceptables?
La etiqueta "educativa" no garantiza que el contenido sea adecuado o beneficioso para un pequeño. El marketing ha entendido bien la preocupación de los padres y multiplica las aplicaciones presentadas como estimulantes para el desarrollo de los bebés. Las investigaciones no confirman estas promesas.
Para los menores de tres años, los expertos siguen siendo escépticos sobre el valor educativo real de cualquier contenido en pantalla, independientemente de su calidad. El déficit de transferencia de video se aplica incluso a los contenidos bien diseñados. La interacción con el mundo real y las personas sigue siendo incomparablemente más efectiva para el aprendizaje a esta edad.
¿Qué hacer si trabajo desde casa y necesito tranquilidad?
Esta situación es una de las más difíciles para los padres que desean evitar las pantallas. Varias pistas pueden ayudar. Si es posible, haga que cuiden de su hijo durante sus horas de trabajo más exigentes. Utilice el tiempo de siesta para las tareas que requieren concentración. Organice un espacio de juego seguro donde el niño pueda entretenerse de manera autónoma durante cortos períodos.
Los juguetes rotativos (sacar solo unos pocos a la vez y cambiarlos regularmente) mantienen el interés del niño por más tiempo que si tuviera acceso a todos de forma permanente. Actividades como la plastilina, el dibujo o los juegos de agua pueden ocupar a un pequeño durante un buen rato.
Y si, en circunstancias excepcionales, debe recurrir a unos minutos de pantalla para manejar una emergencia profesional, no se castigue. Lo importante es que esto siga siendo excepcional y no la norma.
¿Qué hacer si el otro padre no está de acuerdo?
Los desacuerdos parentales sobre la cuestión de las pantallas son frecuentes. Lo ideal es discutir calmadamente sus visiones respectivas y encontrar un terreno común. Comparta la información y las recomendaciones oficiales sin imponer su punto de vista.
Si el consenso es difícil de alcanzar, busque al menos establecer reglas mínimas comunes: no pantallas durante las comidas, no pantallas antes de dormir, limitación del tiempo diario. Un marco coherente, aunque imperfecto, es preferible a reglas que cambian constantemente según el padre presente.
Preparar el futuro: hacia un uso progresivo y regulado
Después de 3 años: introducción progresiva
El objetivo de cero pantallas antes de los tres años no significa que a partir del tercer cumpleaños, todos los usos se vuelvan de repente aceptables. La recomendación es más bien introducir las pantallas de manera muy gradual, con un acompañamiento parental sostenido.
Entre los 3 y 6 años, las recomendaciones sugieren limitar el tiempo de pantalla a 30 minutos a una hora por día como máximo, con contenidos cuidadosamente seleccionados y una presencia parental durante el uso. Las pantallas no deben utilizarse para calmar al niño, recompensarlo o castigarlo, lo que les daría una carga emocional excesiva.
Elegir contenidos y aplicaciones de calidad
Cuando comience a introducir pantallas después de los tres años, la elección de los contenidos se vuelve crucial. Priorice contenidos diseñados por profesionales de la educación, adecuados para la edad, con un ritmo tranquilo y posibilidades de interacción real.
La aplicación COCO PIENSA y COCO SE MUEVE de DYNSEO está precisamente diseñada para cumplir con estos criterios. Destinada a niños a partir de 5 años, ofrece juegos educativos que estimulan las capacidades cognitivas, con una funcionalidad única: una pausa deportiva obligatoria cada 15 minutos. Este diseño previene el uso excesivo y mantiene la actividad física en el centro del tiempo de pantalla. Descubrir COCO PIENSA y COCO SE MUEVEConstruir una cultura familiar en torno a las pantallas
Los años 0-3 son también la ocasión de sentar las bases de una cultura familiar saludable en torno a las pantallas. Los hábitos y los valores que establezca ahora influirán en la forma en que su hijo se acerque a este tema cuando crezca.
Al mostrar usted mismo un uso reflexivo de las pantallas, al crear rituales familiares sin pantallas, al valorar las actividades del mundo real, está construyendo un entorno donde las pantallas tienen su lugar pero no son centrales. Estos cimientos facilitarán enormemente la educación sobre pantallas en los años siguientes.
Conclusión: proteger los cimientos del desarrollo
Los tres primeros años de vida son un período de construcción fundamental del cerebro y de las capacidades de su hijo. Proteger este período de la invasión de las pantallas es preservar las condiciones óptimas de este desarrollo.
Esta protección requiere esfuerzos en un mundo donde las pantallas son omnipresentes y donde su uso como "niñera" es tentador. Pero estos esfuerzos son una inversión en el futuro de su hijo. Al ofrecerle experiencias ricas en el mundo real, interacciones de calidad con sus seres queridos y un entorno estimulante pero no sobreestimulante, usted sienta las bases de un desarrollo armonioso.
Y cuando llegue el momento de introducir gradualmente las pantallas, lo hará sobre cimientos sólidos, con un niño que habrá desarrollado su capacidad de atención, su lenguaje, sus habilidades sociales y su motricidad sin la ayuda artificial de las tecnologías digitales.
Los recursos propuestos por DYNSEO, desde la formación "Sensibilizar sobre las pantallas: comprender, actuar, acompañar" hasta las aplicaciones educativas diseñadas para un uso equilibrado, le acompañan en cada etapa de este recorrido educativo, comenzando por este período crucial de los primeros años.
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