Ayudar al niño a superar el miedo escénico y recuperar el placer en sus actividades
Su hijo adora jugar al fútbol pero se niega a participar en los partidos. Ella destaca en piano en casa pero tiembla ante la idea del concierto de fin de año. Él tiene talento para el teatro pero se enferma antes de cada representación. La ansiedad de rendimiento en las actividades extraescolares puede transformar pasiones en fuentes de sufrimiento y llevar al niño a abandonar actividades que ama profundamente.
Este artículo le ayudará a comprender esta forma particular de ansiedad y a acompañar a su hijo hacia una relación más serena con el rendimiento, donde el placer de la actividad recupere su lugar central.
Comprender la ansiedad de rendimiento en las actividades extraescolares
La ansiedad de rendimiento se define como un miedo excesivo a no estar a la altura en situaciones donde se es evaluado u observado. En el contexto del deporte, la música o el teatro, se manifiesta por un sufrimiento desproporcionado ante las situaciones de rendimiento, ya sean competiciones, conciertos, espectáculos o incluso simples entrenamientos frente a otras personas.
Una ansiedad distinta del miedo escénico normal
Es importante distinguir la ansiedad de rendimiento del miedo escénico que cualquier artista o deportista puede sentir. El miedo escénico es una reacción normal e incluso útil: moviliza la energía, agudiza la atención y puede mejorar el rendimiento. La mayoría de los niños aprenden naturalmente a manejar este miedo y a transformarlo en motor.
La ansiedad de rendimiento, en cambio, es excesiva, persistente e invalidante. No moviliza, sino que paraliza. En lugar de mejorar el rendimiento, lo degrada o impide que el niño se presente en absoluto. Genera un sufrimiento significativo y puede llevar a evitar las situaciones temidas.
Las actividades afectadas
La ansiedad de rendimiento puede afectar todas las actividades donde el niño se encuentra expuesto a la mirada y al juicio de los demás.
En el deporte, se manifiesta particularmente en situaciones de competición: partidos, torneos, exámenes de paso de grado. Pero también puede afectar los entrenamientos, los simples ejercicios frente al grupo, o el hecho de jugar con compañeros percibidos como mejores.
En música, la ansiedad puede desencadenarse durante las audiciones, los conciertos, los exámenes de conservatorio, pero también durante las clases colectivas, los ensayos de orquesta, o incluso cuando el niño toca frente a sus seres queridos en casa.
En teatro y en las actividades artísticas que implican el cuerpo (danza, circo), la exposición es particularmente intensa y la ansiedad de rendimiento es frecuente. La mirada de los demás está en el corazón mismo de la actividad.
El miedo al juicio en el centro de la ansiedad
En el corazón de la ansiedad de rendimiento se encuentra el miedo al juicio. El niño teme ser evaluado negativamente, burlado, criticado o simplemente mirado con decepción. Este miedo puede concernir al juicio de los demás (espectadores, compañeros, entrenadores, profesores) pero también al de los padres y, a menudo, al propio juicio del niño sobre sí mismo.
El niño puede temer no ser lo suficientemente bueno, cometer errores frente a todos, decepcionar a las personas que son importantes para él, o ridiculizarse. Estos temores pueden volverse abrumadores y ocupar la mente del niño mucho antes de la situación de rendimiento en sí.
Las manifestaciones de la ansiedad de rendimiento
La ansiedad de rendimiento se manifiesta a través de síntomas emocionales, físicos, cognitivos y conductuales que es útil reconocer.
Los síntomas emocionales
El niño ansioso ante el rendimiento siente un miedo intenso, a veces descrito como pánico, a medida que se acercan las situaciones temidas. Este miedo puede transformarse en angustia, llanto, irritabilidad. El niño puede expresar un sentimiento de impotencia, la impresión de que no será capaz de hacer frente.
Esta ansiedad a menudo se acompaña de una anticipación prolongada: el niño comienza a preocuparse días, incluso semanas antes del evento. Esta rumiación ansiosa arruina los momentos que preceden al rendimiento y puede interferir con otros aspectos de su vida.
Los síntomas físicos
El cuerpo expresa la ansiedad de múltiples maneras. Antes del rendimiento, el niño puede quejarse de dolores de estómago, náuseas, dolores de cabeza. Puede tener las manos sudorosas, el corazón latiendo rápido, la respiración corta. Algunos niños tiembla o tienen las piernas temblorosas.
Estos síntomas físicos pueden convertirse en una fuente adicional de ansiedad. El niño que sabe que sus manos tiemblan puede temer que este temblor sea visible y le moleste en su actividad (tocar un instrumento, lanzar una pelota), lo que agrava la ansiedad y el temblor.
En los casos más severos, el niño puede tener verdaderas crisis de pánico, con una sensación de asfixia, palpitaciones intensas, la impresión de volverse loco o de morir.
Los síntomas cognitivos
La ansiedad de rendimiento se acompaña de pensamientos negativos y distorsiones cognitivas. El niño puede tener pensamientos catastróficos (“Voy a fallar”, “Todos se van a burlar de mí”), generalizaciones (“Soy un inútil”, “Nunca logro nada”), o predicciones negativas (“Es seguro que me voy a equivocar”).
En el momento del rendimiento, estos pensamientos pueden interferir con la concentración y la memoria. El niño puede tener la sensación de que su mente se vacía, que olvida lo que ha aprendido, que no sabe qué hacer. Este “bloqueo” confirma entonces sus temores y refuerza la ansiedad para los siguientes rendimientos.
La evitación: la respuesta más problemática
Frente a la intensidad de la ansiedad, la evitación es una respuesta natural. El niño puede encontrar excusas para no participar en competiciones o espectáculos, enfermarse el día D, o terminar pidiendo detener completamente la actividad que, sin embargo, le gustaba.
La evitación proporciona un alivio inmediato pero refuerza la ansiedad a largo plazo. El niño nunca tiene la oportunidad de darse cuenta de que la situación temida es en realidad superable, y su miedo solo crece. Cada evitación hace que la siguiente sea más probable y la reanudación más difícil.
Las causas de la ansiedad de rendimiento
La ansiedad de rendimiento resulta generalmente de varios factores que interactúan entre sí.
El temperamento del niño
Algunos niños tienen un temperamento naturalmente más ansioso. Son más sensibles a las señales de amenaza, más reactivos al estrés, y más propensos a la anticipación negativa. Para estos niños, cualquier situación de rendimiento potencial representa un desafío emocional importante.
El perfeccionismo también es un factor de riesgo importante. El niño perfeccionista se impone estándares muy altos y vive cualquier resultado inferior a esos estándares como un fracaso personal.
Las experiencias negativas pasadas
Una experiencia humillante o traumática durante una actuación puede dejar huellas duraderas. Un niño que ha sido burlado por un error, que ha experimentado un “blanco” total durante un recital, o que ha perdido un partido importante de manera dolorosa puede desarrollar una ansiedad anticipatoria intensa frente a situaciones similares.
Estas experiencias negativas no necesitan ser necesariamente espectaculares para tener un impacto. Críticas repetidas, un sentimiento crónico de no estar a la altura, o comparaciones desfavorables con otros niños pueden instalar gradualmente la ansiedad de rendimiento.
El entorno y las expectativas
La presión del entorno juega un papel importante. Padres muy involucrados en el rendimiento de su hijo, un entrenador o profesor exigente, una cultura familiar que valora fuertemente el éxito pueden crear una presión a veces difícil de soportar.
Es importante señalar que esta presión no siempre es explícita. Padres bien intencionados pueden, sin darse cuenta, transmitir la idea de que el rendimiento del niño es esencial, a través de sus reacciones entusiastas ante los éxitos y decepcionadas ante los fracasos, por las preguntas que hacen después de cada entrenamiento o concierto, o por la inversión que dedican a la actividad.
El contexto competitivo
Algunas actividades son intrínsecamente más propensas a la ansiedad de rendimiento. Los deportes individuales, donde el niño es el único responsable del resultado, a menudo generan más ansiedad que los deportes colectivos. Las actividades con evaluaciones frecuentes (calificaciones en artes marciales, exámenes de conservatorio) exponen regularmente al niño a situaciones estresantes.
El nivel de competencia también juega un papel: cuanto más progresa el niño y más aumentan las apuestas, más puede intensificarse la ansiedad de rendimiento.
Estrategias para acompañar al niño
Ayudar a un niño a superar su ansiedad de rendimiento requiere un enfoque que combine apoyo emocional, técnicas prácticas y exposición gradual.
Reconocer y validar la ansiedad
El primer paso consiste en tomar en serio el sufrimiento del niño. Minimizar su ansiedad (“No es más que un partido de fútbol, no hay por qué hacer un drama”) o racionalizarla (“No tienes ninguna razón para tener miedo, eres muy talentoso”) solo amplifica su sentimiento de incomprensión.
Reconoce la emoción: “Veo que tienes mucho miedo antes de los partidos. Es realmente difícil sentir eso.” Esta validación permite al niño sentirse comprendido y aceptado, lo que es un primer paso hacia la gestión de la ansiedad.
Recentrar en el placer y el proceso
La ansiedad de rendimiento a menudo está relacionada con un enfoque excesivo en el resultado. Ayuda al niño a reenfocar su atención en el placer de la actividad y en el proceso en lugar de en el resultado.
Preguntas como “¿Qué es lo que más te gusta del fútbol?” o “¿Qué momento del concierto prefieres?” pueden ayudar al niño a reconectarse con las razones por las que eligió esta actividad. Recordar que el objetivo principal es divertirse y aprender, no ganar o impresionar, puede reducir la presión sentida.
Enseñar técnicas de gestión del estrés
El niño puede aprender técnicas concretas para gestionar su ansiedad antes y durante las actuaciones.
La respiración profunda es la herramienta más simple y efectiva. Enseñar al niño a respirar lenta y profundamente, inflando el abdomen, puede ayudarle a calmar rápidamente su sistema nervioso. Esta técnica puede practicarse en los minutos previos a la actuación.
La visualización positiva consiste en imaginar que la actuación transcurre bien, con todos los detalles sensoriales. Esta técnica, ampliamente utilizada por los deportistas de alto nivel, puede reducir la ansiedad y mejorar la confianza.
Las rutinas de pre-actuación aportan estructura y sensación de control. Un ritual simple y personalizado (escuchar una canción en particular, hacer ciertos estiramientos, repetirse una frase alentadora) puede ayudar al niño a entrar en un estado mental propicio para la actuación.
Trabajar en los pensamientos ansiosos
Ayuda al niño a identificar y cuestionar sus pensamientos negativos. “Dices que todos se van a burlar de ti. ¿Realmente ha pasado eso? ¿Qué ocurrió las veces anteriores? ¿Cómo reaccionarían tus amigos si cometieras un error?”
El objetivo no es negar la ansiedad sino ayudar al niño a desarrollar una visión más realista y matizada de la situación. También puede ser útil ayudarlo a relativizar los desafíos: “¿Y si cometes un error, qué pasaría realmente? ¿Sería tan grave?”
Fomentar la exposición progresiva
La evitación refuerza la ansiedad. Por lo tanto, anime al niño a enfrentar progresivamente las situaciones que teme, comenzando por las menos ansiógenas.
Por ejemplo, un niño ansioso ante la idea de tocar música frente a personas podría primero tocar frente a sus padres, luego frente a la familia ampliada, luego frente a algunos amigos cercanos, luego en un pequeño concierto informal, antes de enfrentarse a un recital más formal.
Cada exposición exitosa, incluso si el niño estaba muy ansioso, merece ser valorada. Lo importante no es la ausencia de ansiedad sino el hecho de haber tenido el valor a pesar de la ansiedad.
Colaborar con los maestros y entrenadores
La comunicación con los adultos que supervisan la actividad es esencial. Explíqueles la situación de su hijo y discuta los ajustes posibles. Un entrenador comprensivo puede adaptar la presión, evitar comentarios humillantes y crear un ambiente más seguro.
Algunos niños se benefician de poder comenzar las actuaciones en roles menos expuestos, poder calentar a un lado, o recibir retroalimentación individual en lugar de frente al grupo.
Herramientas para reforzar la confianza
El desarrollo de la confianza en uno mismo es un factor protector importante contra la ansiedad de rendimiento.
El entrenamiento cognitivo para reforzar los recursos internos
Un niño que se siente competente en sus habilidades cognitivas generales aborda las situaciones de rendimiento con más confianza. El entrenamiento cognitivo regular puede contribuir a desarrollar este sentimiento de competencia.
COCO PIENSA y COCO SE MUEVE, desarrollado por DYNSEO para niños de 5 a 10 años, ofrece juegos educativos que estimulan la memoria, la atención y la lógica. Estos juegos, propuestos en un entorno acogedor y sin presión de rendimiento, permiten al niño desarrollar su confianza en sus capacidades intelectuales.
El modo tranquilo de la aplicación es particularmente adecuado para niños ansiosos. Ofrece actividades relajantes que pueden ayudar al niño a relajarse antes de una situación estresante.
Las pausas deportivas obligatorias cada 15 minutos también son valiosas. La actividad física es uno de los mejores reguladores del estrés y la ansiedad. Estas pausas activas permiten al niño liberar las tensiones acumuladas.
Descubrir COCO PIENSA y COCO SE MUEVE

Para los estudiantes de secundaria y preparatoria, JOE, el entrenador cerebral ofrece un entrenamiento cognitivo diario con 30 juegos que estimulan la memoria, la atención, la concentración y la planificación. Estas habilidades son directamente útiles en situaciones de rendimiento: una mejor concentración ayuda a mantenerse enfocado a pesar del estrés, una mejor planificación permite gestionar mejor los momentos clave.
Descubrir JOE, el entrenador cerebral

Formarse para acompañar mejor
Acompañar a un niño que sufre de ansiedad de rendimiento requiere habilidades que las formaciones especializadas pueden ayudar a desarrollar.
Herramientas concretas para calmar la ansiedad
La formación “Acompañar a un niño ansioso: rituales, respiración, anclajes” ofrecida por DYNSEO proporciona técnicas concretas directamente aplicables a situaciones de rendimiento. Los ejercicios de respiración, los rituales estructurantes y las técnicas de anclaje son particularmente relevantes para ayudar al niño a gestionar su ansiedad antes y durante competiciones, conciertos o espectáculos.
Descubrir la formación sobre el acompañamiento de niños ansiosos

Comprender la hipersensibilidad
Los niños que sufren de ansiedad de rendimiento son a menudo niños hipersensibles, que sienten las emociones con una intensidad particular y son muy receptivos a la mirada de los demás. La formación “Gestionar las emociones de un niño hipersensible” ayuda a comprender esta sensibilidad y propone herramientas de regulación adecuadas.
Descubrir la formación sobre la gestión de las emociones del niño hipersensible

Prevenir las consecuencias escolares
La ansiedad de rendimiento en actividades extracurriculares puede extenderse a las actuaciones escolares y contribuir a un malestar general que afecta los aprendizajes. La formación “Prevenir el abandono escolar: pautas y herramientas simples” ayuda a mantener el compromiso general del niño.
Descubrir la formación sobre la prevención del abandono escolar

¿Cuándo consultar a un profesional?
La ansiedad de rendimiento a menudo puede mejorarse con las estrategias descritas en este artículo. Sin embargo, algunas situaciones justifican una consulta profesional.
Las señales de alerta
Consulte si la ansiedad es tan intensa que impide al niño participar en las actividades que ama, si genera crisis de pánico, si se extiende a otros ámbitos de la vida (ansiedad social generalizada, ansiedad escolar), o si se acompaña de signos de depresión (tristeza persistente, pérdida de interés, aislamiento).
Consulte también si el niño desea abandonar una actividad que le gustaba profundamente debido a la ansiedad, o si su propio estrés frente a la situación se vuelve difícil de manejar.
Los profesionales recursos
El médico de cabecera puede evaluar la situación y orientar hacia los especialistas apropiados. Un psicólogo, particularmente formado en terapias cognitivo-conductuales, puede ayudar al niño a comprender y manejar su ansiedad. Las TCC han mostrado una excelente eficacia en el tratamiento de la ansiedad de rendimiento.
En algunos casos, un trabajo con un preparador mental o un sofrologista puede complementar útilmente la atención psicológica, aportando técnicas específicas de gestión del estrés y optimización del rendimiento.
Hacia un rendimiento pleno
La ansiedad de rendimiento no es una fatalidad. Con comprensión, paciencia y las estrategias adecuadas, la mayoría de los niños pueden aprender a manejar su ansiedad y recuperar el placer en sus actividades.
El objetivo no es suprimir toda forma de nerviosismo – este forma parte de la experiencia del rendimiento y puede incluso ser un motor – sino permitir que el niño no esté paralizado por su ansiedad. Se trata de ayudarle a desarrollar los recursos internos y las técnicas prácticas que le permitirán enfrentar las situaciones de rendimiento con más serenidad.
Las habilidades que desarrolla en este proceso – la regulación emocional, la gestión del estrés, la capacidad de enfrentar sus miedos – le servirán mucho más allá del deporte o la música. Son activos valiosos para toda su vida, frente a las numerosas situaciones en las que se verá evaluado, observado, juzgado.
Y lo más hermoso de todo esto es que, al superar progresivamente su ansiedad, su hijo podrá reconectar con lo que le atrajo hacia su actividad desde el principio: el placer de jugar, de crear, de superarse, de compartir con otros. Es este placer el que merece estar en el centro de la experiencia, y es hacia él que toda nuestra acompañamiento debe tender.
—
¿Desea saber más sobre el acompañamiento de niños ansiosos? Descubra nuestros otros artículos en el blog DYNSEO y nuestras formaciones certificadas Qualiopi, diseñadas para dar a los padres y a los profesionales las herramientas necesarias para apoyar a los niños en sus dificultades.
