Crisis y desconexión: comprender y apoyar las reacciones de sobrecarga del Asperger

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Meta descripción: El cierre de la crisis de Asperger: comprender estas reacciones de sobrecarga, diferenciarlas de las rabietas y aprender a tratarlas con cariño.

De repente, todo cambia. Tu hijo, que parecía estar llevando bien el día, estalla en gritos, llora desconsoladamente, hace gestos violentos. O, por el contrario, se queda completamente paralizado, con la mirada perdida, incapaz de responder, como si se hubiera apagado. Estas dos reacciones, la crisis de Asperger y la desconexión, representan las respuestas del sistema nervioso a una sobrecarga que se ha vuelto insoportable.

Estos momentos son estresantes tanto para la persona que los experimenta como para quienes la rodean. Malinterpretados, pueden tratarse como caprichos o comportamientos deliberados que hay que corregir. Esta interpretación errónea empeora la situación y hiere profundamente a la persona. Comprender lo que son realmente estas reacciones nos permite tratarlas de forma justa y comprensiva.

¿Qué es una crisis?

La crisis es una reacción explosiva a una sobrecarga sensorial, emocional o cognitiva que se ha vuelto insoportable. Se manifiesta como una pérdida visible de control: gritos, llanto, comportamiento agresivo hacia uno mismo o hacia objetos, a veces hacia los demás, incapacidad para calmarse a pesar de los intentos.

La crisis nerviosa no es un capricho, una rabieta o un comportamiento manipulador. Es una respuesta neurológica a un sistema nervioso abrumado. La persona no elige reaccionar así: está literalmente abrumada por la intensidad de lo que experimenta y pierde temporalmente la capacidad de autorregularse.

Los desencadenantes de una crisis pueden ser múltiples: una acumulación de estrés sensorial a lo largo del día, un cambio inesperado que supera nuestra capacidad de adaptación, una sobrecarga emocional, el agotamiento cognitivo. A menudo, no es un único acontecimiento el que provoca una crisis, sino la acumulación de múltiples factores, la gota que colma el vaso ya lleno.

La duración de una crisis varía. Puede durar unos minutos o ser mucho más larga. Durante una crisis, la persona es incapaz de razonar, responder a instrucciones o calmarse cuando se le ordena. Necesita que pase la tormenta.

¿Qué es un cierre?

Una desconexión es, en cierto modo, lo contrario de una crisis: en lugar de una explosión externa, es una implosión interna. La persona se cierra, se retrae, se vuelve incapaz de responder a las demandas y puede parecer “ausente” o “desconectada”.

Durante un cierre, la persona puede ser incapaz de hablar, moverse o responder a preguntas. Puede tener la mirada perdida, estar físicamente presente pero mentalmente inaccesible. Esta reacción puede confundirse con ignorancia voluntaria o silencio obstinado, cuando en realidad refleja un sistema nervioso que ha entrado en modo protector.

La desconexión es una estrategia de supervivencia del sistema nervioso. Ante una sobrecarga que no puede gestionar ni expresar al mundo exterior, el cerebro se “desconecta” para protegerse. Es como activar un disyuntor para evitar que el sistema eléctrico se sobrecaliente.

Los desencadenantes de una desconexión son similares a los de una crisis: sobrecarga sensorial, emocional o cognitiva. Lo que determina si una persona tiene una crisis o una desconexión depende de su perfil individual, del contexto y de su nivel de energía en ese momento.

El deshielo y el cierre no son caprichos

Uno de los errores más comunes y perjudiciales es tratar la crisis o el cierre de Asperger como un comportamiento voluntario que hay que corregir. Esta interpretación tiene importantes consecuencias negativas.

La persona en crisis o parada no eligió esta reacción. No pueden detenerla con una orden. No lo hacen para manipular, obtener algo o llamar la atención. Están en un estado de sobrecarga neurológica que supera su capacidad de control.

Castigar, regañar o exigir que cese el comportamiento sólo agrava la situación. Añade estrés a un sistema ya sobrecargado, prolonga la duración de la crisis y crea asociaciones negativas que pueden aumentar la ansiedad de cara al futuro.

Tras una crisis o desconexión, las personas suelen sentirse avergonzadas, agotadas y, a veces, muy angustiadas. Puede que no recuerden con claridad lo que ocurrió o que se sientan mortificadas por su comportamiento. La culpa adicional de quienes les rodean resulta entonces especialmente hiriente.

Comprender que estas reacciones son neurológicas y no voluntarias cambia fundamentalmente el enfoque. En lugar de intentar suprimirlas por la fuerza, intentamos prevenirlas y, cuando se producen, apoyarlas con amabilidad.

Señales de advertencia

Antes de una crisis o desconexión de Asperger, suele haber señales de advertencia. Si los detectas, puedes intervenir antes de que la sobrecarga llegue al punto de ruptura.

Los signos de escalada hacia la crisis pueden incluir aumento de la agitación, aumento de la conducta autoestimulatoria, aumento de la irritabilidad, respuestas más enérgicas o agresivas, aumento de la rigidez, quejas verbales más frecuentes sobre molestias sensoriales.

Los signos de que se aproxima un cierre pueden ser más sutiles: una ralentización general, respuestas cada vez más breves, una mirada perdida, un retraimiento gradual, una dificultad cada vez mayor para procesar la información o responder a las preguntas.

Estos signos varían de una persona a otra. Observar atentamente a la persona a la que acompañas en distintas situaciones te permitirá reconocer sus indicadores personales de sobrecarga ascendente.

Intervenir en estos primeros signos es mucho más eficaz que gestionar la crisis una vez que se ha iniciado el colapso o la desconexión. Reducir los estímulos, sugerir la retirada y ofrecer herramientas reguladoras en esta fase puede evitar la escalada.

Cómo acompañar durante una crisis

Cuando una crisis de Asperger está en marcha, algunos enfoques son más útiles que otros. El objetivo no es detener la crisis inmediatamente (lo que suele ser imposible), sino crear las condiciones para que pase lo más suavemente posible.

Garantizar la seguridad es la máxima prioridad. Mantén alejados los objetos peligrosos, protege a la persona contra el riesgo de lesiones y asegúrate de que las demás personas presentes también estén a salvo. Esta protección debe proporcionarse sin un esfuerzo físico excesivo, que agravaría la sobrecarga.

Reducir los estímulos ambientales ayuda a disminuir la carga del sistema nervioso. Baja las luces, reduce el ruido, aléjate de las personas no esenciales y crea un espacio lo más tranquilo posible alrededor de la persona.

Adopta una presencia tranquila y tranquilizadora, sin palabras ni exigencias excesivas. Las frases cortas y tranquilizadoras pueden ayudar (“Estoy aquí”, “Estás a salvo”), pero evita los discursos largos, las preguntas complejas o las instrucciones que la persona sea incapaz de procesar.

Evita culpar, amenazar o negociar. Estos enfoques no funcionan durante una crisis y empeoran la situación. El momento de discutir llegará más tarde, cuando haya vuelto la calma.

Deja que pase la crisis. Por lo general, una crisis necesita seguir su curso. Intentar detenerla por la fuerza sólo prolonga la angustia.

Cómo acompañar durante una parada

El cierre de Asperger requiere un enfoque ligeramente distinto, adaptado a su expresión silenciosa y retraída.

Es esencial reducir las demandas y los estímulos. La persona en estado de desconexión es incapaz de procesar información o responder a peticiones. Seguir hablándole, haciéndole preguntas o exigiéndole respuestas prolongará el estado de desconexión.

Proporciónale un espacio tranquilo y seguro en el que pueda permanecer el tiempo que sea necesario. Si es posible, llévala a un lugar más tranquilo, o al menos crea una burbuja de calma a su alrededor donde se encuentre.

Señalar una presencia benévola sin ser intrusivo. Permanecer cerca para que la persona sepa que no se la abandona, pero sin invadir su espacio ni instarla a “volver”.

Ten paciencia y no fuerces la vuelta a la normalidad. La parada se resuelve por sí sola cuando el sistema nervioso ha tenido tiempo de recuperarse. Forzar una recuperación prematura puede provocar una nueva parada o un colapso.

Sugiere suavemente ayudas para la regulación una vez que la persona empiece a salir de la parada: agua, una manta, un objeto reconfortante, un entorno familiar.

Postcrisis: recuperación y debriefing

Después de una crisis o desconexión de Asperger, la persona necesita un tiempo de recuperación que no debe descuidarse.

El agotamiento postcrisis es real y a veces intenso. La persona puede necesitar dormir, mantener la calma durante varias horas, reducir todas sus actividades. Respetar esta necesidad de recuperación forma parte del apoyo que prestamos.

La vergüenza y la culpa son habituales, sobre todo después de una crisis que la persona pueda recordar. Es importante no aumentar la culpa. Asegurar a las personas que no fue culpa suya, que se comprende y se perdona, ayuda a restablecer el equilibrio emocional.

Una reunión informativa puede ser útil, pero no inmediatamente después de la crisis. Unas horas o un día después, cuando la persona se haya recuperado, una conversación tranquila puede ayudar a identificar los desencadenantes y a pensar juntos en estrategias de prevención para el futuro.

El objetivo del interrogatorio no es culpar, sino comprender y prevenir. Preguntas útiles: “¿Qué empezó a molestarte?”, “¿En qué momento sentiste que se estaba convirtiendo en demasiado?”, “¿Qué podría haberte ayudado?

Prevención de fusiones y cierres

La mejor manera de controlar las crisis y los bloqueos del Asperger es prevenirlos. Varias estrategias pueden reducir su frecuencia e intensidad.

Identifica y reduce las fuentes de sobrecarga crónica. Si determinados entornos, situaciones o momentos del día se asocian regularmente a crisis, puede ser necesario realizar adaptaciones: ajustes sensoriales, reducción de las exigencias, introducción de pausas.

Incorpora un tiempo de recuperación regular a tu rutina diaria para evitar la acumulación de fatiga y estrés. Las aplicaciones COCO PIENSA y COCO SE MUEVE ofrecen pausas deportivas cada 15 minutos, creando descansos regulares que evitan la sobrecarga durante las actividades.

Prepárate de antemano para situaciones potencialmente difíciles. Anticipa los cambios, describe lo que va a ocurrir, planifica estrategias de gestión y opciones de retirada.

Enseñar y practicar técnicas de regulación fuera de los momentos de crisis. Respirar, utilizar objetos sensoriales, pedir ayuda: estas estrategias deben aprenderse y automatizarse cuando haya calma, para poder utilizarlas cuando aumente el estrés.

Vigila las señales débiles e intervén pronto. Cuanto antes se produzca la escalada, mayores serán las posibilidades de evitar una crisis.

La mirada de los demás: explicar sin excusar

Las crisis y bloqueos del Asperger pueden ocurrir en público, exponiendo a la persona y a su familia al juicio de los demás. Hacer frente a esta mirada externa es uno de los retos del apoyo.

Los juicios de extraños pueden ser hirientes: “este niño está mal educado”, “los padres no saben cómo”, “a su edad, debería controlarse”. Estos comentarios ignoran la realidad del funcionamiento autista.

Tener una frase preparada puede ayudar en estas situaciones. Algo sencillo como “mi hijo es autista, tiene sobrecarga sensorial” informa sin excesiva justificación. No tienes que disculparte por la neurología de tu hijo.

Educar a los que te rodean (familia, amigos, profesores) sobre la naturaleza de las crisis y los bloqueos ayuda a crear un entorno de comprensión. Cuando la gente sabe lo que ocurre, puede reaccionar de forma más solidaria.

La prioridad sigue siendo proteger la dignidad de la persona. Evita hablar de sus crisis en detalle delante de ella o de extraños. Estos momentos ya son bastante difíciles sin añadir la humillación pública.

La solicitud de regulación JOE

Para los adolescentes y adultos con Asperger, la aplicación JOE puede desempeñar un papel en la prevención de la sobrecarga. Sus ejercicios de estimulación cognitiva se presentan en un entorno relajante y estructurado, con instrucciones claras e interfaces despejadas.

El uso regular de JOE puede ser un ritual de reenfoque, un momento predecible de calma cognitiva que ayuda a mantener el sistema nervioso en equilibrio. Los ejercicios también pueden ofrecerse después de una parada como actividad suave de recuperación.

Formación para una mejor comprensión y apoyo

Las reacciones de sobrecarga y los cierres de Asperger forman parte de un conjunto de particularidades invisibles que pueden comprenderse mejor mediante una formación en profundidad. El curso de formación “Autisme Asperger : comprendre les particularités invisibles” que ofrece DYNSEO aborda estas reacciones de sobrecarga y cómo apoyarlas.

Descubre la formación : https://www.dynseo.com/es/courses/autismo-de-asperger-entender-las-caracteristicas-invisibles-cours/

El curso “Autismo: comprender y apoyar los comportamientos difíciles ” se centra específicamente en la gestión de las situaciones de crisis y las estrategias de prevención.

Conclusión: apoya con amabilidad, no por la fuerza

Las crisis de Asperger son reacciones neurológicas a una sobrecarga que se ha vuelto insoportable. No son elecciones, caprichos o manipulaciones. Son el signo de un sistema nervioso desbordado que necesita ayuda, no una reprimenda.

Apoyar estos momentos con amabilidad significa garantizar la seguridad, reducir la estimulación, ofrecer una presencia tranquila y permitir que pase la crisis. Sobre todo, también significa trabajar a contracorriente para evitar la sobrecarga en la medida de lo posible.

Cada persona con Asperger tiene su propio perfil de vulnerabilidad a la sobrecarga y sus propias expresiones de crisis o desconexión. Observar, aprender y adaptarse: éste es el camino hacia un apoyo verdaderamente personalizado que respete los límites del sistema nervioso.

Al cambiar nuestra forma de ver estos momentos difíciles, ofrecemos a la persona a la que apoyamos la comprensión que necesita y el espacio para capear estas tormentas sin vergüenza ni culpa añadidas.

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