Introducción: Cuando la mente se desconecta
Los trastornos disociativos representan una categoría compleja de trastornos psíquicos donde la mente se desconecta parcialmente de la realidad presente. Despersonalización, desrealización, amnesias disociativas: estas experiencias perturbadoras afectan profundamente el sentimiento de identidad, la continuidad de la experiencia y las capacidades cognitivas.
Para las personas afectadas, recuperar un anclaje en el presente y una presencia cognitiva estable constituye un objetivo terapéutico mayor. Este artículo explora los vínculos entre disociación y cognición, antes de proponer ejercicios de anclaje adaptados para favorecer el retorno a una experiencia más integrada.
Comprender los trastornos disociativos
Definición y mecanismos
La disociación designa una perturbación o una discontinuidad en la integración normal de la conciencia, de la memoria, de la identidad, de las emociones, de la percepción, del comportamiento o del control motor. Representa una ruptura en las funciones habitualmente integradas de la experiencia psíquica.
A un nivel moderado, la disociación es una experiencia universal: absorberse en un libro hasta el punto de olvidar el entorno, conducir en un trayecto familiar sin conciencia del recorrido, soñar despierto. Estos estados disociativos normales se vuelven patológicos cuando se intensifican, se prolongan, escapan al control y provocan una angustia o una disfunción significativas.
Los mecanismos neurobiológicos de la disociación implican modificaciones de la actividad de las regiones cerebrales responsables de la integración de la experiencia, particularmente el córtex prefrontal, el córtex cingulado y la ínsula. El sistema límbico, implicado en las emociones y la memoria, presenta igualmente anomalías de funcionamiento.
Las diferentes formas de trastornos disociativos
El trastorno de despersonalización/desrealización se caracteriza por experiencias persistentes de desapego de sí mismo (despersonalización) o del entorno (desrealización). La persona se siente extraña a sí misma, observa sus acciones como desde el exterior, percibe el mundo como irreal, distante o deformado.
La amnesia disociativa implica una incapacidad para recordar informaciones autobiográficas importantes, generalmente ligadas a acontecimientos traumáticos o estresantes. Esta amnesia supera el olvido normal y no es explicable por una condición médica.
El trastorno disociativo de la identidad, antiguamente llamado trastorno de personalidad múltiple, implica la presencia de dos o más estados de personalidad distintos, con discontinuidades en el sentimiento de identidad y en la memoria de los acontecimientos cotidianos.
Vínculo con el traumatismo
Los trastornos disociativos están frecuentemente asociados a antecedentes traumáticos, particularmente traumatismos precoces y repetidos. La disociación constituye inicialmente un mecanismo de protección ante experiencias demasiado intensas para ser integradas: al desconectarse de la experiencia, la mente se protege de su violencia.
Este mecanismo adaptativo en lo inmediato puede volverse problemático cuando se generaliza y persiste más allá del contexto traumático. La disociación, convertida en automática, se desencadena ante situaciones de estrés incluso moderado, privando a la persona de una experiencia integrada y continua de su vida.
Las repercusiones cognitivas de la disociación
Perturbaciones de la atención
Las personas que sufren de trastornos disociativos presentan dificultades atencionales características. La atención, normalmente anclada en el presente y orientada hacia los estímulos pertinentes, se vuelve inestable y fugaz. La conciencia fluctúa, con momentos de ausencia o de desconexión que fragmentan la experiencia.
La absorción excesiva en los pensamientos o las imágenes internas desvía la atención del entorno presente. A la inversa, la hipervigilancia ansiosa puede dispersar la atención sobre múltiples estímulos potencialmente amenazantes. Estos dos extremos comprometen la capacidad para concentrarse eficazmente en las tareas en curso.
Alteraciones de la memoria
La memoria está profundamente afectada por la disociación. La codificación de las informaciones durante los estados disociativos está perturbada: si no se está plenamente presente en una experiencia, su registro en memoria será deficiente. Esto explica las lagunas mnésicas frecuentemente reportadas.
La recuperación de los recuerdos puede igualmente estar compartimentada: ciertos recuerdos permanecen accesibles únicamente en ciertos estados, creando una discontinuidad en la memoria autobiográfica. La persona puede tener la impresión de “perder el tiempo” o de descubrir acciones que no recuerda haber realizado.
Impacto sobre el sentimiento de identidad
Más allá de las funciones cognitivas específicas, es el sentimiento mismo de identidad y de continuidad el que se encuentra alterado. Sentirse extraño a sí mismo, observar sus acciones sin sentimiento de agencia, percibir discontinuidades en su historia personal: estas experiencias sacuden los fundamentos de la identidad.
Esta fragmentación identitaria tiene repercusiones sobre el conjunto del funcionamiento psíquico y social. Las relaciones interpersonales, el funcionamiento profesional, la capacidad para proyectarse en el futuro se encuentran comprometidos.
Los ejercicios de anclaje: principios fundamentales
¿Qué es el anclaje?
El anclaje designa las técnicas destinadas a traer de vuelta la conciencia al presente, al cuerpo, a la realidad concreta. Ante la desconexión disociativa, el anclaje propone un retorno a una experiencia encarnada y situada. Se trata de restablecer el contacto con el “aquí y ahora”, a menudo perdido en los estados disociativos.
Las técnicas de anclaje utilizan principalmente las percepciones sensoriales, que constituyen el vínculo más directo con la realidad presente. Ver, oír, tocar, oler, saborear: estas experiencias sensoriales inmediatas contrarrestan la deriva hacia la abstracción y la desconexión.
Objetivos terapéuticos
El anclaje persigue varios objetivos terapéuticos. En situación de desencadenamiento disociativo, permite reducir la intensidad del episodio y recuperar más rápidamente un funcionamiento normal. Practicado regularmente fuera de las crisis, refuerza las capacidades de autorregulación y disminuye la frecuencia de los episodios.
A más largo plazo, el anclaje contribuye a desarrollar una conciencia más estable e integrada. Al entrenar regularmente la capacidad de estar presente, se refuerzan los circuitos neuronales implicados y se facilita un funcionamiento más anclado en el día a día.
Precauciones importantes
Los ejercicios de anclaje deben practicarse con ciertas precauciones en las personas que sufren de trastornos disociativos severos. El retorno brutal a una conciencia plena puede a veces desencadenar una angustia importante si emergen contenidos traumáticos.
El acompañamiento por un profesional formado en trauma es recomendado, al menos en un primer momento, para adaptar los ejercicios y gestionar las eventuales dificultades. La progresión debe ser gradual, respetando los límites de tolerancia de cada persona.
Ejercicios de anclaje sensorial
El anclaje visual
El anclaje visual utiliza la vista para reconectarse con el entorno presente. El ejercicio de base consiste en observar atentamente un objeto del entorno, detallando mentalmente sus características: color, forma, textura, reflejos, sombras. Esta observación minuciosa moviliza la atención y la ancla en el presente.
La técnica de los 5 objetos propone nombrar cinco cosas que se pueden ver alrededor, describiéndolas brevemente. Este ejercicio simple puede practicarse discretamente en cualquier situación donde la disociación amenace.
La contemplación de imágenes apaciguadoras (paisajes naturales, obras de arte) ofrece un anclaje visual mientras induce una relajación emocional. Tener consigo una imagen significativa puede servir de herramienta de anclaje portátil.
El anclaje táctil
El sentido del tacto ofrece un anclaje particularmente poderoso porque implica directamente el cuerpo. Sostener un objeto en la mano y explorar sus características táctiles (temperatura, textura, peso, forma) trae de vuelta la conciencia al cuerpo y al presente.
Los “objetos de anclaje” son objetos elegidos por sus cualidades sensoriales particulares: piedra lisa, tela texturizada, pelota antiestrés. Mantenerlos al alcance de la mano permite un anclaje rápido en caso de necesidad.
El contacto con el agua (echarse agua fría en la cara o las manos) produce un anclaje intenso e inmediato. El contraste térmico estimula los receptores sensoriales y rompe eficazmente los estados disociativos.
El anclaje auditivo
La escucha atenta de los sonidos ambientales constituye un ejercicio de anclaje auditivo. Identificar todos los sonidos audibles, de los más evidentes a los más sutiles, dirige la atención hacia el entorno presente y desarrolla la conciencia perceptiva.
La música puede servir de anclaje, particularmente piezas asociadas a recuerdos positivos o a un sentimiento de seguridad. El canto o el tarareo implican el cuerpo y producen vibraciones que anclan físicamente.
Los sonidos de la naturaleza (lluvia, pájaros, olas) ejercen un efecto apaciguador mientras mantienen el anclaje en una realidad sensorial. Aplicaciones que proponen estos sonidos pueden constituir herramientas de anclaje portátiles.
El anclaje olfativo y gustativo
El olfato, directamente conectado a los centros emocionales y mnésicos del cerebro, ofrece un anclaje poderoso. Aceites esenciales con olores vivos (menta, eucalipto, cítricos) pueden utilizarse en caso de disociación. Un perfume familiar y seguro puede servir de anclaje apaciguador.
El sabor fuerte (caramelo de menta, cítrico, especia) estimula intensamente y trae de vuelta al cuerpo. La atención plena alimentaria, consistente en comer prestando atención a todas las sensaciones gustativas, constituye un ejercicio de anclaje cotidiano.
Ejercicios de presencia cognitiva
La técnica de los 5-4-3-2-1
Esta técnica clásica combina varios sentidos para un anclaje completo. Consiste en identificar sucesivamente 5 cosas que se ven, 4 que se oyen, 3 que se pueden tocar, 2 que se huelen y 1 que se saborea. Esta progresión moviliza la atención sobre los diferentes canales sensoriales y ancla sólidamente en el presente.
La práctica regular de este ejercicio, incluso fuera de los episodios disociativos, refuerza las capacidades de anclaje y las hace más fácilmente movilizables en caso de necesidad.
El anclaje corporal
La conciencia corporal constituye un anclaje fundamental a menudo perturbado en la disociación. El escaneo corporal consiste en prestar progresivamente atención a las diferentes partes del cuerpo, notando las sensaciones presentes sin buscar modificarlas.
La posición de pie con atención a los puntos de contacto con el suelo (los pies que “se enraízan”) ofrece un anclaje simple e inmediato. Sentir el peso del cuerpo, la gravedad que nos vincula a la tierra, trae de vuelta a una experiencia encarnada.
Los movimientos conscientes (estiramientos, marcha atenta) combinan sensación corporal y movimiento para un anclaje dinámico. El yoga y el tai chi proponen prácticas estructuradas de conciencia corporal en movimiento.
El programa JOE para la presencia cognitiva
El programa JOE de DYNSEO propone ejercicios cognitivos que, por su naturaleza misma, requieren y desarrollan la presencia atenta. Concentrarse en una tarea cognitiva demanda estar presente, lo que constituye en sí mismo un ejercicio de anclaje.
Los ejercicios de atención de JOE entrenan específicamente la capacidad de mantener el foco en el presente. Los ejercicios de memoria refuerzan la continuidad de la experiencia. El conjunto contribuye a desarrollar una conciencia más estable e integrada.
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El acompañamiento profesional
Las terapias especializadas
Los trastornos disociativos necesitan generalmente un acompañamiento psicoterapéutico especializado. Las terapias orientadas al trauma, como el EMDR o las terapias sensoriomotrices, ayudan a tratar las experiencias traumáticas subyacentes a la disociación.
Los enfoques integrativos trabajan para reforzar la coherencia de la identidad y la continuidad de la experiencia. Las técnicas de anclaje se inscriben en este enfoque global, contribuyendo a la estabilización necesaria antes del trabajo traumático más profundo.
Formar al entorno
Los allegados de las personas que sufren de trastornos disociativos pueden jugar un papel precioso si comprenden los mecanismos en juego. Reconocer los signos de un episodio disociativo, saber proponer técnicas de anclaje apropiadas, evitar las actitudes que podrían agravar la situación: estas competencias se adquieren.
DYNSEO propone una formación sobre los trastornos del comportamiento ligados a las patologías que puede ayudar a los acompañantes a comprender mejor y apoyar a sus allegados.
Conclusión: Recuperar su presencia en el mundo
Los trastornos disociativos privan de la experiencia simple pero fundamental de estar presente a sí mismo y al mundo. Los ejercicios de anclaje ofrecen herramientas concretas para reconquistar esta presencia, paso a paso.
La práctica regular de estas técnicas, combinada con un acompañamiento profesional adaptado, puede mejorar significativamente la calidad de vida de las personas afectadas. El programa JOE de DYNSEO contribuye a este trabajo desarrollando las capacidades atencionales y la presencia cognitiva.
Cada momento de presencia recuperada es una victoria. Cada anclaje exitoso refuerza la capacidad para habitar plenamente su vida.
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