Introducción: El cerebro frente a la adicción
La adicción representa mucho más que un simple mal hábito o una falta de voluntad. Es una enfermedad del cerebro que modifica profundamente su funcionamiento, sus circuitos y sus capacidades. Las sustancias psicoactivas y los comportamientos adictivos desvían los sistemas cerebrales de recompensa, alteran la toma de decisiones y comprometen el conjunto de las funciones cognitivas.
Pero el cerebro posee una capacidad notable: la plasticidad. Esta propiedad que le ha permitido adaptarse a la adicción también puede ser movilizada para liberarse de ella. Reconstruir las capacidades cognitivas después o durante el recorrido de recuperación constituye un eje terapéutico prometedor, complementario a los enfoques tradicionales.
Comprender la adicción como enfermedad cerebral
Definición y mecanismos neurobiológicos
La adicción se define como la imposibilidad repetida de controlar un comportamiento de consumo de sustancia o de práctica de una actividad, a pesar del conocimiento de sus consecuencias negativas. Esta pérdida de control característica resulta de modificaciones cerebrales profundas que afectan a varios sistemas.
El sistema de recompensa, centrado en el circuito dopaminérgico mesolímbico, es el primero afectado. Las sustancias adictivas provocan una liberación de dopamina muy superior a la generada por los placeres naturales. Esta estimulación excesiva provoca una desensibilización progresiva: se necesitan dosis crecientes para obtener el mismo efecto, mientras que los placeres ordinarios de la vida pierden su atractivo.
El córtex prefrontal, sede de las funciones ejecutivas y del control comportamental, también sufre alteraciones. Su capacidad para inhibir los impulsos, evaluar las consecuencias a largo plazo y mantener decisiones se ve comprometida. El equilibrio entre sistemas impulsivos y sistemas de control se inclina a favor de los primeros.
Los diferentes tipos de adicción
Las adicciones a sustancias incluyen el alcohol, el tabaco, el cannabis, los opioides, la cocaína, las anfetaminas y numerosas otras drogas. Cada sustancia posee sus mecanismos de acción específicos pero todas convergen hacia la alteración de los circuitos de recompensa y de control.
Las adicciones comportamentales, reconocidas más recientemente, conciernen el juego patológico, la adicción a las pantallas y a los videojuegos, la adicción sexual, las compras compulsivas o los trastornos alimentarios de tipo atracón. Estos comportamientos activan los mismos circuitos cerebrales que las sustancias, generando modificaciones neurobiológicas similares.
El impacto en la vida cotidiana
La adicción devasta progresivamente todas las esferas de la existencia. Las relaciones familiares y amistosas se degradan bajo el efecto de los comportamientos ligados a la dependencia. La vida profesional sufre del absentismo, de la baja de rendimiento y de las dificultades relacionales. La salud física se deteriora, de manera diferente según las sustancias pero invariablemente con el tiempo.
El sufrimiento psíquico acompaña este declive: culpabilidad, vergüenza, pérdida de autoestima, ansiedad, depresión. Este malestar alimenta a menudo el círculo vicioso del consumo, utilizado como intento de automedicación que no hace más que agravar el problema a largo plazo.
Las alteraciones cognitivas en la adicción
Un cuadro de déficits extendidos
Las personas que sufren de adicción presentan alteraciones cognitivas que afectan a numerosos dominios. La atención se ve comprometida, con dificultades para concentrarse, filtrar las distracciones, mantener el foco en una tarea. La memoria está afectada, tanto la memoria de trabajo como la memoria a largo plazo, comprometiendo los aprendizajes y el funcionamiento cotidiano.
Las funciones ejecutivas están particularmente afectadas. La inhibición deficiente hace difícil la resistencia a los impulsos de consumo. La flexibilidad cognitiva reducida encierra en esquemas comportamentales rígidos. La planificación y la organización perturbadas complican la gestión de la vida cotidiana y la puesta en marcha de estrategias de cambio.
La toma de decisiones está profundamente alterada, con una tendencia a privilegiar las gratificaciones inmediatas en detrimento de los beneficios a largo plazo. Esta miopía temporal constituye un obstáculo mayor para la recuperación, que demanda renunciar al placer inmediato del consumo por beneficios diferidos.
El efecto de las diferentes sustancias
Cada sustancia ejerce efectos cognitivos específicos además de las alteraciones comunes. El alcohol, neurotóxico directo, causa daños a numerosas estructuras cerebrales, particularmente el cerebelo y las regiones frontales. Los déficits mnésicos pueden ser severos, llegando hasta el síndrome de Korsakoff en los casos más graves.
El cannabis altera particularmente la memoria y la motivación, con efectos que pueden persistir semanas después del cese del consumo en los usuarios crónicos. La cocaína y las anfetaminas, estimulantes potentes, comprometen la atención y las funciones ejecutivas. Los opioides ralentizan el tratamiento de la información y alteran la memoria.
Reversibilidad y recuperación
La buena noticia es que muchas de estas alteraciones son al menos parcialmente reversibles con la abstinencia y el tiempo. El cerebro, gracias a su plasticidad, puede repararse y recuperar un funcionamiento más normal. Esta recuperación espontánea puede ser amplificada y acelerada mediante un trabajo activo de estimulación cognitiva.
Sin embargo, ciertos daños pueden ser permanentes, particularmente en caso de consumo prolongado o de sustancias particularmente neurotóxicas. El objetivo de la reeducación cognitiva es entonces desarrollar estrategias compensatorias y optimizar el funcionamiento residual.
La plasticidad cerebral: una oportunidad de reconstrucción
Comprender la plasticidad
La plasticidad cerebral designa la capacidad del cerebro para modificarse estructural y funcionalmente en respuesta a las experiencias. Las conexiones neuronales se refuerzan o se debilitan según su grado de utilización, se forman nuevas sinapsis, ciertas regiones pueden incluso generar nuevas neuronas.
Esta plasticidad ha jugado en contra de la persona durante la instalación de la adicción: los circuitos de la dependencia se han reforzado en cada consumo. Pero puede ser utilizada en su favor durante la recuperación: al solicitar activamente las funciones cognitivas alteradas, se estimulan los circuitos correspondientes y se favorece su reforzamiento.
Los factores que favorecen la recuperación
Varios factores influyen en la capacidad de recuperación cognitiva. La edad juega un papel: las personas jóvenes se benefician de una plasticidad más importante. La duración y la intensidad del consumo condicionan la amplitud de los daños iniciales. La abstinencia completa ofrece las mejores condiciones de recuperación, pero las mejoras también se observan con la reducción de los consumos.
La higiene de vida global influye fuertemente en la recuperación. El sueño, a menudo perturbado en la adicción, juega un papel crucial en la consolidación de los aprendizajes y la recuperación cerebral. La alimentación proporciona los nutrientes necesarios para la reconstrucción neuronal. La actividad física estimula la producción de factores neurotróficos que favorecen la plasticidad.
Estrategias de reconstrucción cognitiva
El entrenamiento cognitivo dirigido
Programas de remediación cognitiva han sido desarrollados específicamente para las personas en recuperación de adicción. Estos programas se dirigen a las funciones más deficitarias y más importantes para el mantenimiento de la abstinencia: atención, inhibición, memoria de trabajo, toma de decisiones.
Los ejercicios son generalmente informatizados, permitiendo una adaptación automática de la dificultad al nivel del usuario. La progresión es gradual, manteniendo un nivel de desafío óptimo: suficientemente exigente para estimular la adaptación, no demasiado difícil para evitar el desánimo.
El programa JOE de DYNSEO ofrece una variedad de ejercicios adaptados a este trabajo de reconstrucción cognitiva. Sus actividades lúdicas se dirigen a la atención, la memoria, las funciones ejecutivas y la velocidad de procesamiento, funciones clave para la recuperación de la adicción.

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Reforzar la inhibición
La inhibición, capacidad de frenar los impulsos y los comportamientos automáticos, constituye un objetivo prioritario. Ejercicios de tipo go/no-go, donde hay que responder a ciertos estímulos y abstenerse de responder a otros, entrenan específicamente esta función.
En la vida cotidiana, ejercitarse en diferir las gratificaciones, incluso menores, refuerza el músculo de la inhibición. Esperar algunos minutos antes de comer cuando se tiene hambre, resistir la tentación de consultar el teléfono, terminar una tarea antes de comenzar otra: estos microejercicios cotidianos refuerzan progresivamente el control voluntario.
Desarrollar la flexibilidad cognitiva
La flexibilidad cognitiva ayuda a salir de los esquemas automáticos que conducen al consumo y a considerar alternativas. Ejercicios de cambio entre diferentes tareas o reglas solicitan esta capacidad. Modificar las rutinas, probar nuevas actividades, considerar las situaciones desde diferentes ángulos contribuyen a esta flexibilidad.
El trabajo sobre los pensamientos automáticos, proveniente de la terapia cognitiva, desarrolla también la flexibilidad mental. Identificar los pensamientos que preceden las ganas de consumir, cuestionarlos, considerar interpretaciones alternativas flexibiliza un pensamiento a menudo rígidamente orientado hacia la sustancia.
Mejorar la toma de decisiones
La toma de decisiones deficitaria en la adicción puede trabajarse mediante ejercicios estructurados. Enumerar las ventajas e inconvenientes de diferentes opciones, considerar las consecuencias a corto y largo plazo, ejercitarse en diferir las elecciones para una reflexión más profunda: estas prácticas contrarrestan la impulsividad decisional.
Los juegos de estrategia, donde cada decisión implica consecuencias que hay que anticipar, constituyen un entrenamiento lúdico para la toma de decisiones reflexiva. El programa JOE propone actividades que solicitan estas competencias de manera atractiva.
Integrar la estimulación cognitiva en el recorrido de recuperación
Un enfoque complementario
La estimulación cognitiva no reemplaza los tratamientos establecidos de la adicción: desintoxicación medicalizada si es necesario, psicoterapia, grupos de ayuda mutua, tratamiento de las comorbilidades psiquiátricas. Constituye un complemento dirigido a reforzar las capacidades cognitivas necesarias para el éxito de estos tratamientos.
Una mejor atención permite obtener más provecho de las sesiones de terapia. Una inhibición reforzada ayuda a resistir las situaciones de riesgo. Una toma de decisiones mejorada facilita las elecciones en favor de la recuperación. La estimulación cognitiva actúa así en sinergia con los otros componentes de la atención.
El momento adecuado para comenzar
La cuestión del momento óptimo para introducir la estimulación cognitiva es objeto de debate. Algunos recomiendan esperar un período de estabilización inicial, argumentando que las capacidades cognitivas demasiado alteradas al inicio de la desintoxicación limitan los beneficios posibles. Otros sugieren un inicio precoz para aprovechar la ventana de plasticidad aumentada que sigue al cese del consumo.
Un compromiso razonable consiste en adaptar la intensidad de los ejercicios a la etapa de la recuperación. Ejercicios simples y alentadores pueden proponerse rápidamente, mientras que desafíos más complejos se introducirán progresivamente con la mejora del estado cognitivo de base.
La regularidad como clave del éxito
La eficacia de la estimulación cognitiva depende de su regularidad. Sesiones diarias, incluso breves (15-20 minutos), producen mejores resultados que sesiones largas y espaciadas. Esta regularidad estimula continuamente los circuitos neuronales y favorece su reforzamiento progresivo.
Integrar el entrenamiento cognitivo en una rutina diaria facilita su mantenimiento. Asociar los ejercicios a un momento fijo del día, utilizar recordatorios, seguir los progresos: estas estrategias sostienen la perseverancia necesaria para la obtención de beneficios duraderos.
El acompañamiento profesional y familiar
El papel de los profesionales
Los profesionales de la adicción pueden integrar la estimulación cognitiva en su práctica u orientar hacia especialistas. Los neuropsicólogos evalúan precisamente el perfil cognitivo y conciben programas personalizados. Los psicólogos y psiquiatras articulan este trabajo con la atención global de la adicción.
La coordinación entre los diferentes intervinientes optimiza los resultados. Compartir las informaciones sobre los progresos cognitivos ayuda a adaptar los otros aspectos de la atención y a mantener la motivación del paciente.
Formar a los acompañantes
Los allegados de las personas en recuperación pueden jugar un papel precioso si comprenden los desafíos cognitivos de la adicción. Comprender que las dificultades de memoria, de concentración o de control de los impulsos son síntomas de la enfermedad y no de la mala voluntad cambia radicalmente la postura de acompañamiento.
DYNSEO propone una formación sobre los trastornos del comportamiento ligados a las patologías neuropsiquiátricas. Esta formación ayuda a los acompañantes a comprender mejor y apoyar a las personas afectadas.
El apoyo en lo cotidiano
En lo cotidiano, los allegados pueden animar y acompañar los ejercicios cognitivos, valorizar los progresos, proponer actividades estimulantes compartidas. Los juegos de mesa, las conversaciones sobre temas variados, las salidas culturales: estos momentos de compartir contribuyen a la estimulación cognitiva en un contexto relacional positivo.
El equilibrio entre apoyo y autonomía permanece importante. Animar sin forzar, proponer sin imponer, celebrar los éxitos sin dramatizar las dificultades favorece un entorno propicio para la recuperación.
Conclusión: Reconstruir para reconstruirse
La adicción altera profundamente el funcionamiento cerebral, pero la plasticidad del cerebro ofrece una vía de reconstrucción. La estimulación cognitiva dirigida, practicada regularmente en el marco de una atención global, puede contribuir significativamente a la recuperación.
El programa JOE de DYNSEO propone herramientas adaptadas para esta reconstrucción cognitiva. La formación de los acompañantes mejora la calidad del apoyo aportado a las personas en camino hacia la curación.
La recuperación de la adicción es posible. Cada día de abstinencia, cada ejercicio cognitivo, cada esfuerzo contribuye a la reconstrucción de un cerebro liberado de la dependencia.
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