Para un adolescente autista, disponer de un lugar donde refugiarse cuando la sobrecarga amenaza puede marcar la diferencia entre aguantar el día y derrumbarse. Identificar y asegurar estos espacios de repliegue es una estrategia de prevención esencial.
La importancia vital de los espacios de recuperación
En el entorno intensamente estimulante del instituto o del colegio, el adolescente autista necesita poder retirarse temporalmente para regular su sistema nervioso. Estos momentos de retiro no son huida ni evitación: son estrategias de prevención que permiten recuperarse antes de alcanzar el punto de ruptura.
Sin acceso a estos espacios de repliegue, el adolescente solo tiene dos opciones: aguantar hasta el agotamiento total, o derrumbarse en pleno medio del entorno estresante. Ninguna de estas opciones es satisfactoria.
Tener un “refugio” identificado y accesible cambia las cosas. El adolescente sabe que tiene una salida, lo que paradójicamente puede ayudarle a aguantar más tiempo, porque se siente menos atrapado.
Los lugares potenciales de refugio
Cada centro es diferente, pero ciertos lugares se prestan generalmente mejor que otros a la función de refugio.
El CDI (Centro de Documentación e Información)
El CDI suele ser uno de los lugares más tranquilos del centro. La calma se espera allí y las reglas de silencio generalmente se respetan. La iluminación a veces es más suave que en las aulas.
Las ventajas del CDI incluyen su atmósfera tranquila, la presencia de un adulto benevolente (el o la documentalista), y la posibilidad de ocuparse de manera autónoma (lectura, trabajo escolar).
Las limitaciones pueden ser horarios de apertura restringidos, una afluencia en ciertos momentos (búsquedas de grupo, pausa del mediodía), y el hecho de que no siempre está adaptado para un repliegue urgente (no siempre se puede ir sin avisar).
La enfermería
La enfermería suele ser tranquila y ofrece la ventaja de una presencia adulta formada en la escucha. Puede ser un buen refugio en caso de sobrecarga con manifestaciones físicas (dolores de cabeza, náuseas relacionadas con el estrés).
Las ventajas de la enfermería incluyen la presencia de un profesional de la salud, la atmósfera generalmente tranquila y segura, y la legitimidad del retiro (no hay que dar justificaciones).
Las limitaciones pueden ser horarios de apertura limitados, una ocupación a veces importante (atención a otros alumnos), y el riesgo de que el personal no esté formado en las necesidades específicas del autismo.
La vida escolar
El despacho de los orientadores educativos o de los supervisores puede a veces ofrecer un espacio de repliegue. Todo depende del acondicionamiento de los locales y de la disponibilidad del personal.
La ventaja principal es la presencia de adultos referentes que conocen al alumno. El inconveniente puede ser la afluencia (muchos alumnos acuden a la vida escolar por diversas razones) y el ruido potencial.
Un despacho dedicado
Algunos centros disponen o pueden acondicionar un espacio específicamente dedicado al repliegue de los alumnos con necesidades particulares. Puede ser un pequeño despacho, una sala de descanso, un rincón tranquilo en un pasillo poco frecuentado.
La ventaja de un espacio dedicado es que puede acondicionarse para responder a las necesidades sensoriales (iluminación suave, mobiliario cómodo, material de regulación). El inconveniente es que no todos los centros disponen de tal recurso.
Espacios exteriores
Según la configuración del centro, algunos espacios exteriores poco frecuentados pueden servir de refugio: un rincón del patio alejado, un jardín, un porche apartado.
El aire fresco y el espacio abierto pueden ser reguladores para algunos adolescentes. Las limitaciones incluyen la dependencia de las condiciones meteorológicas y la menor supervisión adulta.
Cómo identificar los mejores refugios
Encontrar los refugios adecuados requiere una exploración del centro y una negociación con el personal.
Explorar el centro
Con su adolescente, o pidiendo al centro, explore los diferentes espacios disponibles. Identifique aquellos que son los más tranquilos, los menos frecuentados, los más accesibles.
Visítelos en diferentes momentos del día: un lugar tranquilo a las 8h puede estar abarrotado a las 10h30.
Evaluar el nivel de ruido y de estimulación
Para cada lugar potencial, evalúe el nivel de estimulación sensorial. ¿Hay neones zumbantes? ¿El ruido de los pasillos penetra? ¿La iluminación es agresiva?
Un lugar que parece “tranquilo” para un neurotípico puede ser todavía demasiado estimulante para un adolescente autista hipersensible.
Verificar la accesibilidad
El refugio ideal es accesible rápidamente y sin obstáculos. Si el adolescente debe atravesar todo el centro, pedir varias autorizaciones o esperar a que un adulto esté disponible, el refugio pierde su utilidad en caso de urgencia.
Negociar el acceso oficial
Una vez identificados los refugios potenciales, negocie con el centro un acceso oficial. Este acceso puede formalizarse en el plan educativo o el plan de apoyo.
Las preguntas a aclarar incluyen: ¿cuándo puede el adolescente acudir allí (con autorización? con simple señal? en cualquier momento?), ¿cuánto tiempo puede quedarse, a quién debe avisar, qué hace con las clases perdidas durante el tiempo de repliegue?
Cómo utilizar eficazmente los refugios
Tener acceso a un refugio no es suficiente: aún hay que saber cuándo y cómo utilizarlo.
Reconocer las señales de alerta
El adolescente debe aprender a reconocer sus propias señales de sobrecarga ANTES de alcanzar el punto de ruptura. Un refugio utilizado preventivamente es mucho más eficaz que un refugio utilizado como último recurso.
Las señales pueden ser corporales (tensión, dolor de cabeza, corazón que se acelera), cognitivas (dificultad para concentrarse, pensamientos confusos), o emocionales (irritabilidad creciente, ganas de llorar).
Tener un protocolo claro
El adolescente debe saber exactamente cómo proceder para acudir al refugio. Un protocolo claro, acordado de antemano, reduce el estrés del trámite.
Por ejemplo: “Cuando siento que se vuelve demasiado difícil, muestro mi tarjeta al profesor, salgo de la clase sin tener que explicar, y me dirijo al CDI. Me quedo el tiempo necesario (máximo 30 minutos), luego vuelvo a clase o voy a la siguiente clase.”
Tener actividades de regulación
Una vez en el refugio, el adolescente necesita saber qué hacer para regularse. Simplemente estar en un lugar tranquilo puede bastar, pero actividades u herramientas de regulación pueden ayudar: técnicas de respiración, fidgets, música (si está autorizada), dibujo, lectura.
Estas herramientas pueden prepararse de antemano y dejarse en el refugio o en la mochila del adolescente.
Saber cuándo volver
El refugio no es una evitación permanente. El objetivo es recuperarse lo suficiente para poder retomar las actividades. El adolescente debe aprender a evaluar cuándo está listo para volver.
Puede acordarse un tiempo (“me quedo 15 minutos y luego reevalúo”), o el adolescente puede aprender a sentir cuándo su sistema nervioso se ha calmado.
Las herramientas de comunicación para acceder al refugio
Pedir salir de clase cuando se está en sobrecarga puede ser difícil. Las herramientas de comunicación pueden facilitar este trámite.
La tarjeta de salida
Una tarjeta que el adolescente puede simplemente mostrar al profesor, sin tener que explicar verbalmente su petición. La tarjeta puede indicar el lugar al que se dirige y la duración aproximada de su ausencia.
Esta tarjeta puede mencionarse en el plan educativo y presentarse a todos los profesores al principio del curso.
Una señal acordada
Una señal discreta acordada con el profesor (un gesto, una palabra) puede indicar la necesidad de salir sin llamar la atención de los demás alumnos.
Una aplicación o un SMS
Para los adolescentes equipados con un teléfono y autorizados a usarlo, un mensaje pregrabado puede enviarse al orientador educativo o a la enfermera para avisarles de la llegada del alumno al refugio.
La formación para acompañar mejor
Acompañar a su adolescente en el uso de las estrategias de repliegue requiere una comprensión detallada de sus necesidades.
La formación Gestionar las emociones de un adolescente autista propuesta por DYNSEO le ayuda a comprender los mecanismos de la sobrecarga sensorial y a desarrollar estrategias de prevención eficaces.
Para las situaciones donde el refugio no ha sido suficiente y se produce un derrumbe, la formación Autismo: Gestionar las Situaciones Difíciles en el Día a Día ofrece estrategias de acompañamiento.
Herramientas para equipar el refugio
Herramientas adaptadas pueden colocarse en el refugio o en la mochila del adolescente para facilitar la regulación.
MON DICO puede servir para crear fichas de regulación: imágenes mostrando técnicas de respiración, ejercicios de relajación, recordatorios de estrategias de afrontamiento.

El programa JOE, el coach cerebral, si está instalado en una tableta accesible en el refugio, puede ofrecer una actividad cognitiva suave y predecible para ayudar a la regulación.
Conclusión
Los espacios de refugio dentro del centro escolar son un recurso precioso para los adolescentes autistas. Ofrecen una válvula de seguridad que puede prevenir los derrumbes y permitir aguantar todo el día.
Identificar estos espacios, negociar un acceso oficial, aprender a utilizarlos en el momento adecuado y de manera eficaz forma parte de las estrategias de prevención esenciales.
Su papel como padre es ayudar a su adolescente a identificar estos refugios, negociar las condiciones de acceso con el centro, y acompañarle en el aprendizaje de su utilización óptima.
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Este artículo forma parte de una serie dedicada al acompañamiento de los adolescentes autistas en la gestión de sus emociones. Encuentre los demás artículos en el blog DYNSEO para profundizar en cada temática.


